Nació en Mendoza, en 1978, donde produjo los ciclos de poesía y performance: Priapismo, (biblioteca itinerante, revista y performances), La voz obra, Secretos de eficacia, la ópera-animé Bonus track (premio Escenarios 2004). Es coeditora de protocultura, y colabora en Eloísa Cartonera. Reside en Buenos Aires desde 2004, donde formó parte de los talleres dictados en la Casa de la poesía por Diana Bellessi (2004) y Andi Nachón (2005), además del taller de crónicas dictado por María Moreno en el Rojas. Publicó La traición de Sarah Kay (protocultura, 2005). Textos suyos han sido incluidos en varias antologías, entre ellas, No hay cuchillo sin rosas (Eloísa Cartonera, 2007), Poetas argentinas 1961-1980 (Ediciones del dock, 2007) y Última poesía argentina (En danza, 2008). Su libro herencia china, aún inédito, obtuvo una mención en el concurso hispanoamericano de poesía organizado por Vox y Los amigos de lo ajeno en 2006. Estudia Letras en la UBA.
materia
ha de ser una ley: ningún ser puede treparse a sí mismo. enuncio la disolución del agua en el agua al final de la cascada, dedos que arañan el muro transparente de tal desasosiego. mirar hasta extraviarse en el intento, una con la tortura constante de subir una materia idéntica siempre en estallido. no tienen paz las aguas.
jade
un corazón quebrado
de jade entre las piedras
la cadena rota testimonia
la pérdida en alguna caminata
y no es semipreciosa
la luz verde menta en que se queman
las hormigas que pasan por debajo.
una baratija que alguien pierde
lesiones permanentes para insectos
y la alegría cruel de haber recuperado
un objeto inútil con semejante
valor agregado.
las transmisiones
I
alumbro con mis dedos
la flor por la que trepan
todos mis hermanos
(un día
subiré por este tallo
hasta tus ojos)
II
con dos trazos podría
dibujar el viento en los vidrios
de una ventana empañada.
no así el rebozo
de la mujer que al otro lado
se inclina y se apresura.
III
lo que nos separa de la intemperie no es techo sino el ruido
del agua que se rompe en mil pedazos.
lujo
la cesta de damascos
que una mujer china recibe
como regalo de bodas
el calor que se desprende
de los libros amados
cuando arden
para alejar por un rato
algún invierno ruso
un sorbo de agua clara
traída desde lejos
sobre un cuello delicado
los granos de pimienta que deslizo
con cuidado entre mis dedos medievales
encienden la carne y después
devuelven intactas
todas las eras.
28/9/08
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