28/9/08

GUILLERMO SILES

Poemas de Guillermo Siles (Tucumán) extraídos de El sabor de la fruta (2008).


Memoria I

Por esta pena que dura,
por la insistente lluvia
del domingo,
recuerdas una calle
de adoquines y naranjos en donde
hubiéramos podido ser felices
aromados al vapor
de una delgada sopa
a cuenta de otro cielo.

Por tus ojos,
detrás de la llovizna,
septiembre pronto
retornará con sus azahares
invadirá las tiernas tardes
la gracia blanca de los juegos:
rayuelas, manchas y escondidas.

Por las carreras que perdimos
en las veredas de la infancia
las bicicletas regresan
a las sombras del país de la herrumbre.

Cerquita de tu calle un tren
desliza su pereza de fuelle
en atardeceres sordos de coyuyos
para olvidar
cinco pesos poca plata
repites a su paso.

Fue allí donde vivimos.


El recuerdo
a Esteban

Una calle sinuosa
y polvorienta
cuyo nombre ilustre
nadie olvida
solía conducir
al refugio de tu casa
donde el ardor del verde
insinuaba las marañas de la yunga.

Figurado paraíso,
selva luminosa
de música y de libros,
rumor de agua en la alberca,
golpes tenues de aljaba,
puerta abierta al deseo
en los albores de la vida.

No eras vos no eras
aquel niño herido
de palabras
perdido por diferencia
entre dos verbos.
La amistad,
tesoro de la memoria,
te guarda
en la imagen del almendro de nata
frente a la ventana,
en tostadas con manteca y miel
de tantos amables desayunos,
cuentos oídos
en la voz entrañable de Cortázar
una foto, una postal de él
que era tan porteño –decías–
como vos ahora tan cerca y tan lejos.

Un coyuyo aturde a la distancia,
la tarde cae, el sol se esconde
tras la veladura azul del cerro.
Ayer y hoy vuelven a fundirse
en un abrazo fraternal
en infinita comprensión humana.

Designio

¿No ves
la hierba crece al amparo de tus ojos?
¿Por qué mirar
hacia otro lado?
Los campesinos
piden agua y pasto tierno
pronto
habrán de morir
los animales
el campo estará seco.
¿Dónde buscar el reflejo de otros ojos
nacidos de la lluvia?

Octubre aquí

El viento esparce
el oro lila de los tarcos
la lluvia arrastra
los últimos vestigios
de polvo y de maloja.
Si no es el hedor del aire
herido
son las manos
heladas
con saldo a favor
asestando el poder
o su ignorancia,
envenenando el aire
en inviernos de zafra
bocas de ceniza,
talando vida en la mengua
de aquel verde majestuoso
que la maestría del ensueño
celebró que ocurriera.

La comarca sin memoria
jardín o paraíso
primavera o invierno
(da lo mismo),
ciudad sin corazón
es este oscuro río
escurriendo penas
el hedor fantasmal
que el tiempo desparrama
por los ojos de perro
del verdugo.
Allí habrán de reflejarse
las pasiones del odio
su insistente cárcel.


La gracia
a Gustavo
Al aire
da su gracia
bailecito dice
el cuerpo en movimiento
sus manos dibujan
colores y cada acorde
olor de paisaje aligera sus pies.
Retorne en luz el goce de la gente
y descienda la gracia
chacarera, gato
o candombe
tonalidades y siglos,
magia muda perdida
y recobrada en ayeres.
Ojo por ojo
lágrima por lágrima
en desierto de sal
latir por dentro en besos
no en palabras
o de qué se trata, duende,
sentir la piel
igualito que sentir
la lluvia.

No hay comentarios: